El hombre en cuanto organizador de espacio

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Isabel Iglesias Casal

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La crisis del hombre contemporáneo
Iglesias Casal, I. (2017). El hombre en cuanto organizador de espacio. Contextos: Estudios De Humanidades Y Ciencias Sociales, (5), 19-20. Recuperado a partir de http://revistas.umce.cl/index.php/contextos/article/view/833
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Resumen

El tema de cómo organiza el hombre su espacio es esencialmente multidimensional y comprende tanto el ámbito de lo privado como de lo público, lo social o lo político. Por eso, me gustaría proponerles hoy aquí una breve reflexión sobre lo que yo llamo significado biocultural del espacio.
Las palabras -aunque a veces se quedan cortas- comunican; el silencio -el silencio intencionado- comunica; y el espacio también comunica. Qué comunica y de qué manera lo hace son materia que estudia un campo de investigación relativamente nuevo llamado proxémica. Para el antropólogo Edward Hall, pionero en este tipo de investigaciones, la proxémica es el estudio de cómo el hombre estructura inconscientemente el microespacio. Y éste es otro de los temas con profundas diferencias entre las distintas culturas, porque el ser humano tiene un fuerte sentido del espacio personal y como señala Flora Davis en su obra Comunicación no verbal ese “sentido del yo del individuo no está limitado por su piel; se desplaza dentro de una especie de burbuja privada, que representa la cantidad de espacio que siente que debe haber entre él y los otros”. A este respecto los seres humanos no nos comportamos de manera muy distinta a la de otras especies animales. En sus estudios, los etólogos han desarrollado técnicas de campo que les permiten observar y registrar el comportamiento animal de manera objetiva y detallada, y han demostrado que algunos de ellos tienen lo que se llama una distancia de fuga y una distancia crítica: si un ser viviente suficientemente amenazador penetra dentro de la distancia de fuga del animal, éste huirá, pero si la amenaza entra dentro de la distancia crítica y se siente acorralado, entonces atacará. Afortunadamente, la respuesta humana no es tan agresiva, pero algunas culturas -las culturas de “no contacto” como la norteamericana, la japonesa o la inglesa- necesitan para estar cómodos y no verse “amenazados” un margen de seguridad más amplio, esto es, más espacio entre ellos y sus interlocutores en las interacciones cara a cara. Los árabes, los latinoamericanos o los españoles pertenecemos a una cultura de contacto y en las conversaciones literalmente rodeamos a la otra persona.