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abr 21, 2022
Resumen
Si hoy se nos preguntase cuál es el antónimo de amor y mujer, responderíamos sin dudar: odio y hombre. Y aunque nos separen dos
mil quinientos años de Heráclito, también entonces para los helenos la
respuesta habría sido, con algunos matices, espontáneamente la misma.
La razón de ello no se encuentra sólo en nuestra afinidad históricocultural, sino, sobre todo, en una constante antropológica que nos condiciona humanamente a reconocer la realidad natural y humana a partir de
patrones o paradigmas de oposición y semejanza. El principio de oposición,
tan característico de Heráclito particularmente por medio de la paradoja,
no era una novedad para los mismos griegos; por el contrario, uno de los
rasgos característicos de la idiosincracia helénica era precisamente la captación de la realidad a través de este paradigma oposicional.