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avr. 6, 2022
Résumé
En la Pítica I de Píndaro, la presencia de la naturaleza adquiere relevancia en las
dos primeras tríadas.
La oda comienza con la descripción de la reina de las aves, que permanece bajo el
sortilegio de la lira y la danza, como en una ensoñación. Desde lo alto, el ave permanece
aletargada sobre el cetro de Zeus, como símbolo de lo sublime y contempla a la
distancia el mundo de los seres humanos. Como metáfora del poeta, ella personifica
la vasta experticia que ha remontado al creador a horizontes imprevistos. Si el águila
representa al poeta, este tiene una mirada omnisciente, sobrenatural y, a no dudarlo,
elegida, sobre todo lo que dirá a propósito de la tiranía de Hierón.
Desde aquel extremo celestial que plantea esta primera imagen, el narrador
primario nos transporta a las profundidades de la tierra, ámbito del titán Tifón, el
último y el más terco enemigo de Zeus. Veremos cómo Píndaro logra plasmar la
imagen de Hierón de Siracusa reconocido como despótico sin traicionar su propia
condición de poeta.