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Publicado:
may 9, 2017

Resumen

Tanto filósofos como científicos acostumbran a formular como distintos el discurso que expresa la verdad de aquél que no la expresa. Tal cuestión va inexorablemente unida a otra que dice relación con el supuesto de que la verdad tiene su propia expresión, esto es, el discurso asertivo o enunciación. Tal supuesto no es gratuito, sino que se remonta, al menos, hasta Aristóteles. Esta tesis es tan gravitante que se llega, incluso, al lenguaje de los animales y humanos como el de aquél que es propio de la Retórica o de la Poética.
Esta perspectiva que se ha convertido en tradicional, se ha puesto en cuestión por los filósofos analíticos contemporáneos a través del movimiento verificacionista, primero y, posteriormente, a través de los analíticos del lenguaje entre los que se destaca J.L. Austin, cuyo planteamiento fundamental consiste en que el lenguaje más que informar sobre los hechos está destinado a influir en las personas. De esta forma, el discurso es ejecutivo más que asertivo, siendo el propio asertivo primariamente ejecutivo antes que tal. Tanto los lógicos como los filósofos del lenguaje coinciden en señalar que esto consigna una verdadera revolución en filosofía. Si se confirmara la certeza de tal proposición, constituiría tal predicamento una acertada afirmación, dado que cualquier innovación al respecto no sólo afectará sino que pondrá en crisis la noción misma de verdad y obligará a revisar todos los planteamientos actuales y pasados de las afirmaciones y postulados tanto de las ciencias como de la filosofía.

Jorge Hernán Figueroa Estay
Cómo citar
Figueroa Estay, J. H. (2017). ¿Hablamos para decir o para hacer?. Contextos: Estudios De Humanidades Y Ciencias Sociales, (3), 71–94. Recuperado a partir de http://revistas.umce.cl/index.php/contextos/article/view/951

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